Echado en agreste cama,
tiene como colcha, el cielo,
¡la montaña de almohada!,
de colchón, un duro suelo,
verde enagua sus frutales,
a veces, de nieve un velo.
Siempre está, mirando al sol,
es, de estirpe agricultor,
o si queréis, labrador,
no discutamos por eso.
Y aunque en invierno no hay flores
ya que las marchita el hielo
aquí las veras "to el año"
porque es capricho del cielo.
¿Sabéis, de quién hablo yo?.
¡Hablo de TÍMAR, mi pueblo!.
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Suelo,
de mi antepasado,
y que vive en mi recuerdo,
también,
suelo de los tuyos,
también...
suelo de los vuestros,
los que viven,
los que no,
los que por desgracia han muerto.
¡Eran los hijos de Tímar!,
¡Todos...
familiares nuestros!.
¡Los que pasaron fatigas,
los que labraron sus huertos,
los que trabajaron duro
todo el año con esfuerzo!.
Ellos,
labrando la tierra,
ellas,
con su hacer casero,
a veces iban al campo
el matrimonio al completo,
e incluso bordaban velos,
en las veladas de invierno.
A la luz de los candiles,
sentados junto al brasero,
o junto a la chimenea
con una fogata ardiendo,
pa calentarse los pies,
que los tenían arrecios,
¡y llenos de
sabañones,
que son,
parientes del frío!.
También liando
canillas,
en la reina, o
devanando.
Había poco tiempo libre,
se tenía que aprovechar,
porque, te estaba esperando
al día siguiente, el telar.
A tejer algún encargo
a ver si podías cobrarlo,
"pa" juntar algún dinero,
ir a la tienda a gastarlo,
porque siempre algo importante
se te estaba terminando.
O juntar algunos huevos
y hacer unas pesetillas,
que hasta para hacer un fuego
hacían falta las cerillas.
A la era en el verano,
cuando se
trilla la raspa,
ahora haciendo la comida,
luego cogerla y llevarla,
después cogiendo la escoba,
había que barrer la
parva,
ayudando a llenar sacos
cuando el grano se
aventaba,
incluso si es que hacia falta
la
horca se manejaba,
también envasando paja
para después transportarla,
comida para animales,
camada para las cuadras,
o recogiendo las
granzas,
las gallinas rebuscaban,
encontrando su comida,
que siempre granos quedaban,
picando la remolacha
que el cerdo gruñendo estaba,
y se tenia que engordar,
había que hacer la matanza
ya la fecha cerca estaba,
que el año muy largo era
y la carne escaseaba.
Los hombres en el invierno
junto a la misma fogata,
haciendo labor de
esparto,
aperos para labranza,
pleitas para los
serones
y sogas para las cargas,
tomizas para cañizos,
espuertas para la
launa,
para sacar el estiércol,
para usarlas en la casa,
coseras de todo tipo
para amarrar la cebada,
para remendar la
albarda,
que estaba muy desgastada,
de tanto rozar las cargas
por los caminos de cabras
y los pobres animales
el lomo se desollaban,
remendando los "
jerpiles"
que hacían falta "pa" las
parvas,
para traerse la paja
desde la era a la casa,
fabricando las escobas
con un puñado de ramas,
o haciéndose un buen rastrillo
con un palo y una tabla,
que hacia falta algunas veces
para quitar las nevadas,
poner mango a un azadón,
a un
mancaje, a una
azada,
reparando aquel
arado
de madera desgastada,
o fabricando un
enjero
"pa" que la
yunta tirara,
haciéndose un buen
camal
"
garabatos", "
tarabitas",
cosas que siempre hacían falta
con muy pocas herramientas,
a veces tan solo un hacha,
con la que partía la leña
"pa" alimentar la fogata.
Mientras tanto los chiquillos
sus cuerdas se fabricaban,
para echar la "
tomicica"
cuando llegaban las pascuas,
porque era el mes en que todos
el cerdo sacrificaban.
Que olorcillo a longaniza,
a morcillas, a chicharras,
a gachas con asadura,
asadura con patatas,
a carne recién cortada
que se doraba en las brasas.
Para chuparse los dedos
lo que el humillo cantaba,
salía por la chimenea
y te tiraba de espaldas.
A ver si teníamos suerte
y alguna nos regalaban,
para comerla después
echando un rato de
farra.
Quiero a todos recordar,
y aunque en lo de la carretera
hacha en mano
hubo en el pueblo
quien a ella se opusiera,
al escribir estas líneas
para no echar leña al fuego,
no he "querío" dejarlos fuera,
ya que era un bien para todos
y también vecinos eran.
Y "pa" no hacer esperar,
voy a empezar a leer
lo que hoy quería contar,
porque es, la pura verdad,
¡Yo!, lo viví en mi niñez.
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Se oye cantar algún gallo
cualquier día al amanecer,
no vamos a poner fecha,
imagínesela usted.
La gente va despertando,
siempre hay que madrugar,
quizá,
hay que
barcinar.....
o puede que sea a regar,
a lo mejor mancajar,
arar, segar o arrancar,
es lo mismo,
que más da,
el trabajo está esperando,
y todo el año es igual.
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En lo alto el Pingarote
Carlos,
ya esta murmurando,
con sus cabras va bajando
y nunca para de hablar,
las lleva,
a comer al campo.
Juan Ruz,
su caballo saca,
tiene que cargar abono
y llevarlo a los
bancales,
"pa" la siembra de las "papas",
porque el
ricial a "crecío",
pero le quiere ayudar
echándole unas carguillas,
a ver si rindieran más.
Ya, los críos se desperezan,
con sus madres,
sus abuelas,
¡A tomar el desayuno!,
Tienen que ir a la escuela,
no debe faltar ninguno.
¡A ver si sacan carrera
y cogen un buen trabajo!.
¡Aunque se tengan que ir fuera!,
Que el campo,
es muy "aperreao",
sin horarios,
sin jornada,
sin vacaciones,
sin fiestas...
Y el sueldo poco "estirao",
que un día tienes pa comer
y el otro estas "arruinao".
¡Que no sean como yo,
que "pa" eso soy un bulto!,
¡Que no soy capaz de hacer
ni la ó con un canuto!.
Murmullos se oyen lejanos,
cada uno en su tarea,
porque hay que darle a las manos,
¡que este año, ya colea!.
Entre la sequía y los hielos
las tormentas con pedrea,
los
balates en el suelo,
en la casa las goteras;
¡Y encima enferma el abuelo!.
Pagar la contribución,
las canales, los arbitrios,
la madre que los p...
Es que ya me tienen frito,
¡si, hasta la almendra se heló!.
Arando,
Pedro las Heras,
también, su hermano
Ramón,
el agua en la "sangraera",
va avisando el
acequiero.
¿A quien le toca primero
para regar la rabera?.
Creo que, a
Juan el de
Pepita.
¡Pues voy corriendo a avisarle,
que transponía por la ermita!
Creo que este se ha "equivocao",
no puede ir por la ermita,
que nos hemos "saludao"
Y según me ha "comentao"
iba pa la Santa Rita.
¡Me equivoqué!,
Juan no era,
tampoco
José Martín,
era
Ramón Antequera,
que iba hablando de sus cosas
con el tío
José Las Heras.
Voy a seguirle buscando,
Frasquito el de
Casimiro,
debe de estar acabando,
y si el agua va al
brazal...
se estará desperdiciando.
Aunque el día es caluroso,
hay quien se toma su copa
en la taberna
Reinoso,
se hablan...
cosas importantes,
cada uno con su rollo,
los tertulianos departen,
mientras el vino comparten,
y no se para de hablar.
¿Cuánto quieres por tu
pollo?
¿Yo?, No lo quiero vender,
que el otro día me dio un puesto
que es que era... ¡digno de ver!.
Con piñones, cuchicheos,
¡de gusto casi me meo!
No me quieras engañar,
que la fama que tenemos
la tenemos bien "ganá",
porque echamos cada
trola,
que Dios se pone a temblar.
¿Yo engañar?,
¡Que lo diga
D. Cesáreo!,
que lo oía desde la viña
injertando los
riparios.
O habla con,
Paco Jiménez,
que iba con
Antonio Camas,
tirando de su caballo
camino de la Solana.
Si veías "toas" esas cosas,
es que estarías "aburrío",
seguro que no abrió el pico,
que no te dio ni un "pitío"
¡Te lo digo de verdad!
le hice cuatro disparos,
¡ mira si bueno será
que no me cortó el
reclamo!.
¡
Reinoso!,
llena los vasos que el pollo lo compro yo,
pa tener un
perdigón
que canta hasta en los descansos,
la madre que lo parió,
¡que hasta envidia me estas dando!.
Allí viene
Maximino,
saluda a
Frasco González,
que iba por el camino
con su andar, siempre cansino,
junto a él, sus animales.
Lo ha pelado
Casimiro,
y se le ha hecho, un poco tarde,
por eso, hoy lleva prisa,
y es que, tiene en el Cuartón
trabajando a "remojao"
a
José, el hijo de
Elisa.
Vive junto a
Joseico,
y su mujer,
Mariquita,
están solos y sin niños,
le apodamos... "Pichorrica".
Su casa está, en el "
tinao",
allí se ven sus ventanas,
mirando hacia las escuelas,
encima de la puntana,
junto a
Presentá Antequera.
Y tienen buenos vecinos,
son,
Vicente el albañil,
son,
Antonia y
Bernardino,
mas,
Rafael el de
Luis,
y
Miguel y
Patrocinio.
Antonio García,
detrás,
y más allá,
Antonio Márquez,
subes la cuesta despacio,
y unos pocos metros mas
vivía
Frasquito, "el Corsario",
José y
Carmela,
Juan y
Pepita,
y
Casimiro al final,
Donde la calle termina.
He nombrado a
Casimiro
que era un hombre muy "versao",
lo mismo te leía un libro,
redactaba un documento,
o te daba un "afeitao",
bien te hacia de apuntador,
o algún trato de "ganao".
Si vas para el otro lado,
hay una hilera de casas,
donde vivía
D. Cesáreo,
también
Miguel "el Sargento"
al fondo el transformador,
justo encima de la ermita,
junto a las "casas caías",
y esta calle terminó.
Si subes otro poquito,
enfilando el callejón,
que hay al centro de la calle,
allí, vivió
José Márquez,
casi pegado al rincón.
Pilar Márquez vivió arriba,
su casita,
muy pequeña,
una habitación tenia.
Trabajaba en el telar
fabricando las
jarapas,
y un accidente sufrió,
se le escapó la tijera,
y ¡pobre!,
un ojo perdió.
Luego
Adela,
y
Manuel Marcos.
Y en lo alto vivía
Luis,
ya debajo de los tajos,
y, que se ven desde aquí.
Tuerces para el Pingarote,
donde vivían, los
Maunos,
y después...
Luis el gitano...
con sus mimbres, con sus cañas,
con sus latas y su estaño,
sus niños con un moreno
que les duraba "to el año".
A continuación
Emilio,
luego,
Carlos y
Pilar,
José Rodríguez,
Benito,
¡Y pare usted de contar!.
¡Ah, también,
Pepa "la pila"
ya se me iba a olvidar.
Siguiendo con el paseo
junto a la hilera de
pitas,
por bajo de la
calera,
sigues bajando un poquito,
y llegas a la placeta,
donde vivía el relojero...
que...
bien que los arreglaba,
fueran grandes o pequeños,
de pared o de pulsera,
bolsillo o despertador,
y en el tocar,
era bueno,
José Antonio se llamaba.
¡Y bien que yo me recuerdo
los cigarros que liaba!,
que se quemaban por dentro,
por fuera enteros quedaban.
Dos fumaba en el camino,
cuando conmigo viajaba,
uno de Tímar al viso,
otro lo encendía en Arvallas
todos los días del año,
con sol, con agua o nevasca.
¡No quiero decir engaño!
los domingos no viajaba,
salvo que fuera "mercao",
que dos al mes había en Cádiar.
Y
Rosario, su mujer,
junto a ellos vivía
Herminia,
en el rincón la tía
Encarna,
que era hermana de mi padre,
del tío
Pepe, la mujer,
y, aunque no veía muy bien,
Le daba vueltas...
a muchos
con su estar, y su saber.
Ya solo quedan las ruinas,
de la casa madre
Paca,
vecina, a
Lola, "la Blanca",
o también "la Mecinera"
que era madre de
Gabriel.
También vivió allí
Agustín,
y
Pilar, con su marido,
que le decíamos,
la loba,
él,
molinero había sido.
Y lo digo con cariño,
nadie se sienta ofendido.
Se llamaba
Juan Miguel,
y aunque yo, tengo mis años
no lo llegué a conocer,
su casa era la grandota,
que todavía no ha caído,
y que hace esquina a la calle,
donde vivió, mi tío
Emigdio.
Hay varias curvas que dar,
donde vivió madre
Adela
y también
Natividad.
En la misma callejuela.
Por detrás
Pantaleón,
enfrente vivía
María,
metidos en el "
tinao",
en lo alto el callejón,
que en los días de verano
buena sombra que tenía
por mas que hiciera calor.
Si te sigue interesando,
y te gusta recordar,
continuas caminando,
sigues la cuesta bajando
y llegas,
hasta el solar.
Tuerces hacia la derecha,
con
Manuela,
y
Zaragoza,
a quien faltaban las piernas.
Una tienda ellos tenían,
donde compraban, cambiaban,
o vendían cualquier cosa,
trayendo las mercancías
a lomos de un gran caballo
que
Zaragoza tenía.
Si miras... hacia la zurda,
antes de dar a esto fin,
donde ahora vive
Eusebia,
antes,
vivió
Nicolás,
frente al tío
José Martín,
con su mujer,
con sus hijos,
¡entre ellos
Agustín!.
A continuación
Ramón,
con
Ana, se había "casao",
y tendía siempre la ropa
a lo largo de una caña
"apontocá" en el "
terrao",
¡y en la tarde daba sombra,
a la puerta de
Reinoso!,
¡que ya antes he "nombrao"!.
A continuación,
José,
Isabel, y sus chiquillos,
luego está la de
Gabriel
y
Paco, el del Obrazán,
allende los olivillos,
que bien hermosos están.
Donde comienza el camino,
que sube para Juviles,
siempre mirando al visillo,
casi encima del molino,
cerca de los almendrillos.
Por donde iban los "
chaveas",
a hacer un poco el gamberro,
tirándose "resbalaos"
por
la piedra de los perros,
y si había quien me llevaba,
yo también me iba con ellos.
================
Debajo del Pingarote,
rodeada de chumberas,
donde vivía
Presentá,
Ramón que era su marido,
vivía, la abuela
Pilar,
lugar...
donde yo he vivido,
¡y los miedos que he sentido!
cuando veía a
Ramón,
su bigote retorcido,
su sombrero bien calado,
y con aquel vozarrón.
Aunque era como un crío,
y a veces,
venía del campo,
su borrica cabalgando,
trayendo en la mano un nido,
para el que...
lo está contando.
A
Marina, que es mi madre
se le puede preguntar,
si lo que yo estoy narrando
es, o no es la verdad.
¡Dame las migas!
¡
Dolores!
en un plato me las pones,
que las como...
igual que el perro
aquí en estos escalones,
y pa comerme las migas
échame también "
ninones".
================
Cerca, vivía
Maximino,
y también,
la tía
Isabel,
Teresa y
Pedro Las Heras
al final de la pared,
y en lo alto la calleja.
Nos giramos hacia abajo
con
Antonio el de
Manuela
donde aun existe la parra
y la calle hace plazuela.
Luego el tío
José Las Heras,
con su mujer, la tía
Paca,
los tres niños que tenían,
y junto a ellos... la abuela.
A continuación,
Frasquito,
sus hijas y su mujer,
y no nombro aquí a su hijo
porque, estaba por hacer.
A la izquierda,
Antonio Camas,
en la casa del rincón,
donde viviera el tío
Emigdio,
que tenia tres hijos ciegos,
y una hija que veía,
se llamaba
Adoración.
Se marcharon a Granada,
en el pueblo no había nada,
donde poder trabajar,
ellos no podían labrar,
allí venden el cupón.
Y derecho el callejón,
que te llevará a la plaza,
si tienes la mala pata
de pegar un resbalón.
Si bajar has conseguido,
te miras...
de arriba abajo,
¿¡y todavía estas entero!?,
pues siéntate a descansar
en la puerta de
Federo.
Muy cerquita de la Iglesia,
es, la casa que hace esquina,
y un poquito mas allá,
esta, la de
Pura Molina,
donde antiguamente estaba
la vieja escuela de niñas.
La casa de
Antonio Camas
tuvo la escuela de niños,
después tuvo una taberna,
justo, encima de la fuente,
viviendo a continuación
mi tío,
Paco Jiménez,
que mi tía
Ida y mis primos
todavía en pié la mantienen.
A pesar de ser tan grande
como un bloque de ciudad,
con muchas habitaciones,
su cámara, su portal,
con sus cuadras en los bajos,
macetas por todos lados,
¡y escalones pa tirar!.
Y termino este paseo
que por el pueblo me he "dao",
antes de que el bar se cierre,
en la casa de
Adelaida.
Es, la casa que me falta,
vivió allí,
Pedro Gutiérrez,
y se ve desde la plaza
en el lugar que te sientes.
================
He "andao" de derecha a izquierda,
por sitios que había "olvidao"
para abajo yo he "subío"
hacia arriba yo he "bajao"
adelante y hacia atrás,
y hasta a veces de "costao"
he "dao" muchos resbalones,
y también he "tropezao",
incluso hasta en una esquina
en un
zarzal me he "enganchao",
y no me podía soltar,
pero ha valido la pena,
incluso lo del
zarzal.
================
Puede...
que esto tenga erratas,
puede... que este "equivocao"
pero tengo mala pata,
y a mi memoria a "afectao",
Puede que lo hayas "notao"
si tú tienes buena vista,
si no... vete al oculista,
porque ciego te has "quedao".
¡Quillo no cierres el bar!
y ve preparando un vaso,
que ahora mismo voy pa ya
a pegarme un
lingotazo,
porque se me ha "queao" la boca
lo mismo que un estropajo.
¡Eso pa los mayordomos,
que sois muy "
engurruñíos",
que al menos una cerveza
podíais haberme "traío"!.
Mas, yo no quiero pelea,
ya, dejemos este asunto,
porque hay que terminar,
quiero ponerle a esto punto
que seria el punto final.
Pero... pero... pero... pero.
Quiero antes de bajar,
ahora que todavía puedo,
y que me queda saliva,
pediros a todo el pueblo
que gritemos,
¡ VIVA TÍMAR !.
Y como esto que hacemos,
lo hacemos como homenaje,
cada uno lo dedique
a quien quiera dedicarle,
yo, lo dedico a mi padre,
que lo llevo aquí en la mente,
porque tengo mucha suerte,
con los ojos veo a mi madre,
a mis tíos, a mi gente.
Aunque no están los abuelos,
pero duermen en mi frente.
================
Dedicado a vosotros,
Por lo que han "trabajao",
por todo lo que han sufrió,
porque hasta vernos criaos,
mil penurias han "pasao",
con lluvias, con sol, con fríos.
Y cuando hemos "enfermao",
o había una mujer de parto,
corriendo en la oscuridad,
o con un
mancho de
esparto,
acá dando un tropezón,
y mas allá resbalando,
por caminos de "ganao",
por
barbechos y secanos,
por montañas y barrancos,
sudando si es que había sol,
si nevaba tiritando,
con un medico a caballo,
pero delante iba él,
cabestro en mano,
y andando,
porque eso no importaba,
ahora lo más importante,
es que el enfermo sanara.
Por todo eso que he dicho,
y por muchas cosas más,
hoy yo estoy aquí "subío"
porque te quiero a ti honrar,
y te quiero dedicar
el poema que me queda
Para con él, terminar.